Tocar la física moderna para abordar la comprensión de lo astrológico es delicado. Hermoso y delicado. Tocarla desde la no-cátedra, es decir, desde una modesta actitud filosófica (la perpetua pregunta) y con ambos hemisferios cerebrales. Sin prejuicios, contrastando, que es lo bonito.
Las pruebas terminan por superar a los paradigmas, aunque sea también para aniquilaros. Esto nos pasa a los investigadores de materias tanto estrictamente científicas como humanísticas (filosóficas, psicológicas…). Por aquí vamos juntos.
Como estudiante de Astrología afanada en legitimar, dar vigencia actual y utilidad práctica a esta herramienta de aproximación a la realidad, me pregunto cuál es la diferencia (en términos de consistencia/inconsistencia interna) entre cualquier disciplina de estudio llamada científica y la nuestra, sobre todo cuando leo artículos de revistas de divulgación científica y extrapolo sus métodos de aproximación al conocimiento.
Los conceptos básicos que emplea, por ejemplo, la física moderna, en ocasiones se contradicen entre sí. Principalmente en el campo de la física de altas energías: los científicos se encuentran con problemas que el propio colectivo describe como “malestar estético” refiriéndose a cuando topa con la pared de la imposibilidad de demostración. Los investigadores llegan a obtener valores que no consiguen explicar. Puede que exista explicación pero puede también que no. En realidad, se trata de un problema estético, ya que el modelo funciona a la perfección. Por aquí continuamos juntos.
¿Cabría hablar del mismo problema cosmético también en relación de Astrología como ciencia experimental, como corpus teórico fenomenológico? Seguiríamos yendo juntos.
Me recreo en esta cita: “En física de altas energías hay otro problema que tampoco es de naturaleza estética. Uno que pone de manifiesto una inconsistencia fundamental de nuestras teorías y hace que, bajo ciertas circunstancias, éstas resulten completamente inútiles (…) entre otras cosas, esto significa que lo único que cabe predecir son probabilidades”.*
¿A que va a ser que nos estamos aproximando por aquí a golpe de tangente sin saberlo… y lo que ocurre es sólo que el velo de “lo pseudo” nos impide reconocernos como camaradas…? A ver si llega el día en que la ciencia descubra la partícula que le hace falta para entendernos a los astrólogos. A ver si la Astrología termina de actualizar su aproximación a la realidad con vocabulario y referentes contemporáneos.
Estamos en tiempos propicios para todo tipo de revisiones, a Noam Chomsky le acaban de rebatir su revolucionaria teoría sobre la adquisición del lenguaje y por ahora no ha muerto del susto ningún lingüista. En mis años de estudiante de Filología (los 90s) cuestionar a Chomsky era herético. Hoy es cool.
Es cuestión de tiempo todo.
*(Sabine Hossenfelder en su artículo “La gravedad cuántica, camino de convertirse en ciencia” Revista Investigación y ciencia nº 484)